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Habrá quien alegue a una supuesta falta de originalidad o sequía creativa el traslado entre medios (series a cine, videojuegos a series) de los argumentos y los personajes que han movilizado a las masas estas últimas décadas. Habrá quien piense que se comercia, en efecto, con el culto como reclamo para las masas y que se invierte solo en cuántas conversiones podrá haber de una pantalla a otra. A todos ellos: tenéis razón. Por suerte, de dónde beben las ficciones que nos ocupan a diario es un asunto de importancia sumamente relativa.
Decía el crítico Carlos Losilla que las películas se construyen en el espacio entre aquello que son y aquello que sueñan ser. Quizás si de algo debe servirnos conocer el historial de tal o cual película o serie, que sea para recordarnos cuál fue el sueño primero detrás del proyecto: ¿soñaba la serie de ‘The Last of Us’ recrear la delicada morriña de las habitaciones abandonadas? ¿Quería devolver a las imágenes seriadas el ritmo pausado de la exploración por los mundos deshabitados, tantísimas historias paralelas garabateadas sobre cualquier superficie y siempre a punto de extinguirse? O, por lo contrario, ¿la serie sueña con traducir el suspense agudo detrás del pilla-pilla con todo tipo de infectados?
Lo bueno de los proyectos de adaptación, aún por desarrollar, es que permiten jugar con los espacios irrealizados. Incluso mejor: estas primeras traducciones dibujan cuatro rayas sobre un fondo blanco para que imaginemos qué nos gustaría que fuera tal o cual mundo como si lo viéramos por primera vez. Pensad en cuánto disfrutaríamos al poder redescubrir un universo fantástico entero, con los ojos limpios, en un medio totalmente distinto. Qué gozada, ¿no?
Esta, creo, es una buena actitud con la que la adaptación transmedia puede entomarse, por lo menos en estos estadios iniciales de desarrollo. No es una perogrullada: cerrar mundos de ficción que están aún por construir no solo nos cuenta cosas sobre dichos universos, sino que también nos prepara para enfrentarnos a nuestras propias expectativas. Recordemos que Losilla parte de una frustración fundamental, que entiende que las películas nunca son lo que sueñan. Que siempre será muchísimo mejor aquel universo dulce y borroso dentro de nuestra cabeza que su traducción, sujeta a las aristas de los engranajes industriales. Decidir hasta dónde dejamos llevarnos por el desengaño es nuestro deber principal como cinéfilos, seriéfilos, o lo que sea.
Tener espíritu crítico consiste, en gran parte, en determinar cuánto de nuestro propio sueño regalamos a las imágenes para suavizar este inevitable choque con la realidad. De amar, al cine o a las series, también se aprende. Esta lista también puede tomarse como una oportunidad futura para recordarnos qué sueños aprendimos a frustrar.
Especialista en películas de estreno y series de actualidad, festivales internacionales y todas las novedades de cine de autor. Se graduó en Comunicación Audiovisual en la Pompeu Fabra, en el área de Análisis y crítica.
Lleva seis años escribiendo reseñas y cubriendo noticias en Fotogramas, es la firma semanal de cine en Tot és Comèdia de SER Catalunya y Va de Cine de Radio 4, y colabora regularmente en Gara, El Cultural y SensaCine desde el festival de Cannes, Venecia y Berlín. Se ha colgado la medallita por ser la segunda persona de España en recibir el distintivo Berlinale Talents como periodista.
Le apasionan las series (habla de ellas en Plaça Tísner de Betevé) y el anime, del que escribe en Serielizados y al que da vueltas en el podcast Sopa de Miso, de la misma revista. Podréis leer sus artículos sobre videojuegos indie en la revista LOOP, de GameReport, y ha publicado un capítulo en el libro “Pier Paolo Pasolini. El grito que no cesa” (Semana Internacional de Cine de Valladolid y Caimán, cuadernos de cine, 2022).
Es parte del comité de programación del Festival l’Alternativa de cine independiente de Barcelona, para quienes también lleva la prensa. Desde el año pasado, programa películas sobre vino en el Festival Most. Le veréis como participante y coordinando actividades educativas alrededor del cine, en colaboración con ciclos, festivales y escuelas como La Casa del Cine o ESCAC. Hoy se gana el sueldo, también, como docente de Narrativa Audiovisual en el Grado de Videojuegos de la Universitat Politècnica

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