El acuerdo alcanzado in extremis en la COP29 de Bakú, con el compromiso de los países desarrollados a aportar 300.000 millones de dólares anuales (290.000 millones de euros) de financiación climática, ha sido criticado como "insuficiente" por los países en desarrollo y por la ONG, que lo consideran una "traición" para el sur global.
Las primeras reacciones en contra se produjeron incluso dentro del plenario, justo después de que el presidente de la cumbre, Mukahtar Barbayev, diera el mazazo del aprobado sin objeciones. "India no acepta la propuesta global en su forma actual", declaró Chandni Raina, negociadora del país más poblado del planeta. "La cifra propuesta es abismalmente pobre. Es una cantidad mezquina que no va a permitir la acción climática necesaria para la supervivencia de nuestro país".
Raina acusó a la presidencia de Azerbaiyán de "orquestar" el aparente consenso, y de "falta de inclusividad" en la recta final de las negociaciones. El Grupo de Negociadores de África criticó también el acuerdo como "too Little, too late" ("demasiado poco, demasiado tarde"). La Alianza de Pequeños Estados Insulares (AOSIS) y el grupo de países menos desarrollados protagonizaron incluso un plante temporal en las últimas horas. y demandaron que la financiación directa sea al menos el 30% de la meta más amplia de 1,3 billones de dólares anuales contenidas también en el texto.
"Hemos asistido a las más horrendas negociaciones en años, porque los países desarrollados han actuado de mala fe", declaró Tasneem Essop, directora ejecutiva de Climate Action Network. "Se supone que ésta iba a ser la cumbre de la financiación, pero el norte global llegó con un plan para traicionar la sur global, y al final no ha quedado otra opción más que aceptar un mal trato".
El propio secretario general de la ONU, António Guterres, reconoció que esperaba "un resultado más ambicioso". Guterres hizo un llamamiento para que los gobiernos vean este acuerdo "como una base y construyan sobre ella", avanzando sobre la así llamada "Hoja de ruta de Bakú a Belém", donde celebrará el próximo año la COP30 de Brasil.
Los líderes del norte global, casi todos ellos ausentes en Bakú, se marcaron sin embargo desde lejos un tanto. "Hemos dado un significativo paso adelante para conseguir los objetivos climáticos", dijo el presidente Joe Biden. La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, advirtió por su parte que el acuerdo "marca una nueva era para la cooperación y la financiación climática".
La mayoría de los analistas recalcaron la "brecha" existente entre el ofrecimiento de financiación directa de los países ricos, en subvenciones y en préstamos a bajo interés, y la cantidad cinco veces mayor fijada como meta para el 2035. La financiación privada, los nuevos "mecanismos" en forma de impuestos o la regulación de los mercados de créditos de carbono (el otro acuerdo significativo de la COP29) son algunas de las herramientas con las que se aspira a subir el listón anual hasta 1,3 billones anuales de dólares.
"El compromiso de los países ricos se queda corto y no va a ser suficiente para apoyar a los países que no han causado el cambio climático y que más están sufriendo los efectos", declaró la ex presidenta de Irlanda Mary Robinson, al frente del grupo The Elders. "Las negociaciones han sido las más duras que yo recuerdo, en un contexto geopolítico y económico muy complejo".
"El acuerdo de financiación es a todas luces inadecuado si se tiene en cuenta el nivel de desesperación y la escala de la acción climática que hace falta", concluyó por su parte Jasper Invertor, al frente de la delegación de Greenpeace en la COP29. "La gente está harta y desilusionada, pero persistiremos y resistiremos porque esta es la lucha por nuestro futuro".