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'Made in China' o el último comodín ucraniano para recuperar a Washington
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'Made in China' o el último comodín ucraniano para recuperar a Washington

El comercio de Pekín sostiene la maquinaria de guerra rusa. Ucrania quiere convertir esta relación en su ventaja diplomática

Foto: Munición con caracteres chinos en Ucrania. (F.T)
Munición con caracteres chinos en Ucrania. (F.T)

La primera detención de dos soldados chinos en el frente de Ucrania no será la última. Así lo dejó entrever esta semana el presidente ucraniano Volodímir Zelenski, tras anunciar la inusual captura. Un hecho sin precedentes en tres años de invasión, pregonado junto a los datos personales de otros 163 chinos enrolados en las filas del Kremlin. La inteligencia ucraniana cree que son muchos más.

¿Significa esto que el ejército chino, como el norcoreano, va a compartir trinchera con Moscú? ¿Estamos ante un cambio estratégico de Pekín? ¿Son los soldados chinos la nueva preocupación de Kiev? Por ahora, nada apunta en esa dirección. Pero no hay mejor pegamento que un enemigo común.

La denuncia pública de Zelenski llegó en el momento adecuado. Apenas unas horas antes de la pausa de los aranceles estadounidenses a todos los países, excepto China. Y a escasos días de la siguiente visita ucraniana a Washington para seguir negociando la paz. El gigante asiático es el adversario a batir para Donald Trump y, para Ucrania, el actor silencioso de esta guerra. El país que nunca condenó la invasión. El que equilibra los ingresos del Kremlin –castigados por las sanciones–, con compras de petróleo, carbón y gas. El que alimenta la maquinaria bélica con sus envíos de componentes civiles para uso militar.

Hace mucho que China tomó partido en esta guerra, por más que lleve tres años trabajando una imagen de poder neutral. Quizás por eso, el señalamiento de Zelenski no ha sentado bien en Pekín.

Foto: Kirill Dmitriev, jefe del fondo soberano ruso, en Riad. (Reuters/Hamad I Mohammed)

Que "se abstenga de hacer comentarios irresponsables", advirtió el portavoz del Ministerio de Exteriores, Jin Lian, recordando que su gobierno pide a los ciudadanos mantenerse "alejados de las zonas de conflicto". "Aconsejamos a las partes implicadas que reconozcan el papel de China de forma correcta y clara", exigió Lin, sin citar directamente a Kiev o Zelenski.

Foto: Stephanie Baker. (Cedida/Karolina Heller)

Zhang Renbo y Wang Guang no son los primeros ciudadanos chinos combatiendo en la región de Donetsk. Tampoco hay indicios de que pertenezcan al ejército regular de su país. La presencia militar china en Ucrania es, por tanto, nula. No así la ayuda que Pekín presta a Moscú desde el primer año de la invasión.

Munición y cañas de pescar

Verano de 2023. Bosques alrededor de Kremina, en el este de Ucrania. Uno de los puntos más calientes de la guerra, por aquel entonces. Soldados ucranianos construyen nuevas fortificaciones entre los árboles. Rusia castiga con artillería, cohetes Grad y asaltos de infantería.

Bajo tierra, Shakar, comandante de un batallón de fuerzas especiales, da la orden de volver a la retaguardia, no sin antes mostrar a El Confidencial su último trofeo: cajas de munición con caracteres chinos. Meses después, otra unidad ucraniana compartiría en redes sociales granadas de mortero encontradas en posiciones rusas abandonadas, en el sur del país. Lo más curioso, los caracteres chinos y su medida. 60mm. Una que Rusia no fabrica.

Foto: Los camiones rusos GAZ-69 son piezas de museo que Rusia está sacando de los almacenes para trasladar soldados en el frente ucraniano. (Alf van Beem/CC)

Estas fueron dos de las escasas pruebas visuales de una cooperación militar que, según estimaciones de inteligencia, comenzó en septiembre de 2022, tras la primera reunión entre Vladimir Putin y Xi Jinping, desde el comienzo de la invasión. Sin embargo, no fue hasta principios de 2023, cuando la filtración ‘Discord Leaks’ reveló comunicaciones interceptadas en las que Pekín daba luz verde a la exportación de material letal. Las condiciones: no hacerlo público y etiquetar el material como mercancía civil, según publicó el Washington Post.

"Los corredores de transporte marítimo, terrestre y aéreo permiten a China abastecer directamente a Rusia. Los contenedores permiten ocultar material militar declarado como artículos de comercio bilateral, por lo que es muy probable que las entregas procedan directamente de China y no de terceros países", argumentaba entonces Yuriy Poyta, jefe de la sección asiática del think tank ucraniano NGRN.

A esas balas y morteros encontrados en el frente, se sumaron proyectiles de artillería de 152mm, cuentas especializadas en investigación con fuentes abiertas. Una aportación no menor: en 2023, este tipo de munición representaba alrededor del 70% de las bajas en el frente. Entonces, Moscú mantenía una ventaja abrumadora en potencia de fuego, con picos de hasta 10:1, frente a Kiev. Hoy, esa relación no supera el 2:1.

Pekín siempre repitió la misma justificación: vende a medio mundo, y no puede controlar quién revende a quién. Una excusa que los expertos nunca compraron. Los flujos de dinero y material apuntaban en otra dirección. Más allá del pescado, China estaba multiplicando en Rusia la venta de cañas de pescar.

La nitrocelulosa es el mejor ejemplo. Su nombre suena complicado, pero su función es fácil de entender. Básicamente, es el compuesto que hace posible el disparo en la artillería moderna. Con aspecto de algodón, al arder genera los gases que empujan el proyectil dentro del cañón. Mal y pronto: es el ‘combustible’ que permite el disparo. Sin nitrocelulosa, no hay disparos. Y sin disparos, no hay guerra. Menos aún para Rusia, que hasta la adopción masiva de drones el año pasado, basaba su estrategia en la potencia de fuego.

Con las sanciones occidentales de 2022 el abastecimiento se complicó, dando inicio a una nueva estrategia del Kremlin: abaratar su maquinaria bélica, apostar por sistemas más simples y firmar acuerdos con proveedores comerciales alejados de las restricciones de exportación. En el caso de la nitrocelulosa, no fue difícil: es un químico común en la industria de pinturas y tintas.

Foto: Imagen de un edificio dañado después de un ataque con drones en Moscú, en 2024. (EFE/Yuri Kochetov)

Entonces, ¿se puede señalar directamente a China? No del todo. Ni es tan sencillo ni es el único actor implicado. En 2023, por ejemplo, cerca del 50% de las adquisiciones rusas de este químico se realizaron a través de una empresa turca, que a su vez compraba en Alemania, Estados Unidos y Taiwan, según reveló The Wall Street Journal. Es decir, un laberinto de intermediarios que impide una persecución efectiva. En diciembre de 2023, la nitrocelulosa entró por fin en la lista de sanciones.

Cerebro, gasolina, engranajes

Este ejemplo tan solo es una pieza de una estructura en la que casi todo puede ser utilizado para la guerra. El nivel de sofisticación no determina –del todo– la utilidad en el campo de batalla. Así lo resumía un informe del Center for Strategic and International Studies (CSIS) publicado en 2024, que identificaba tres categorías clave en las importaciones rusas procedentes de China: circuitos electrónicos, equipos especializados y componentes industriales esenciales.

Traducido al lenguaje común: cerebro, gasolina y engranajes. El CSIS documentó el aumento de envíos de microchips, vitales para el lanzamiento de misiles de precisión, funcionamiento de radares o el uso de drones. También rastreó la llegada de sistemas de comunicación y GPS, así como de rodamientos: piezas comunes en coches y lavadoras, pero igual de necesarias en blindados y cañones.

Foto: Una pantalla electrónica con una imagen de soldados rusos y el lema "Nuestros defensores. Gracias, queridos" en una calle de Moscú. (EFE/YURI KOCHETKOV)

Para verlo en perspectiva: las exportaciones de excavadoras se multiplicaron por cuatro en septiembre de 2022, justo antes de que Rusia se pusiera a preparar la línea Surovikin, el sistema defensivo que blinda las regiones ocupadas de Zaporiyia y Jersón. El patrón se repite con otros productos de doble uso. A finales de 2023, por ejemplo, las exportaciones chinas de rodamientos de bolas a Rusia aumentaron un 345% en comparación con el mismo periodo de 2021. Y coincide con otro movimiento del tablero: el aumento en la producción de tanques de Moscú. Detrás de cada pico inusual en las gráficas, hay una explicación militar. Los ejemplos son inagotables.

En la actualidad, China suministra cerca del 80% de estos bienes de doble uso que Rusia necesita para sostener su esfuerzo bélico, según el Departamento de Estado de EE. UU. Un negocio tan lucrativo como estratégico que el año pasado movió más de 46.000 millones de euros. La cifra equivale a dos tercios de las compras totales que Moscú realizó a Pekín. El volumen de comercio entre ambos países prácticamente se ha duplicado desde el inicio de la invasión.

Aprovechando las rebajas

Esta relación de amor-odio, nacida del interés económico y la necesidad mutua, tiene una tercera vía de beneficios compartidos. Las sanciones no impiden que China compre materias primas rusas, y además provocan que lo haga con descuentos. La energía sigue siendo el principal activo ruso, que necesita su venta para sostener las cuentas. Entre diciembre de 2022 y febrero de 2025, Pekín adquirió el 47% del crudo ruso exportado, el 45% del carbón y entre el 21 y 28% del gas, en sus diferentes formas. Es decir, China es el principal comprador, salvo en la última categoría, donde la Unión Europea sigue en cabeza, con el 50 % de las importaciones de gas natural licuado y el 39 % del gas por gasoducto.

Foto: Mykhailo Podolyak, asesor del presidente ucraniano. (Fermín Torrano)

Un tema espinoso —como la venta de productos civiles o la presencia de ciudadanos chinos en el frente— porque los aliados también permiten que sus ciudadanos se alisten en el ejército ucraniano de forma individual, o financian la guerra comprando energía, directa o indirectamente.

Además, durante mucho tiempo, y todavía hoy, sancionar a empresas chinas implicaba también sancionar a Ucrania, que recurre a cualquier mercado capaz de suministrarle lo necesario para sostener su defensa. Una estrategia que poco a poco abandona por la producción interna de drones y visores ópticos, y las restricciones que China impone desde finales del año pasado a los conseguidores occidentales. La guerra fría ha evolucionado y se libra en el comercio.

Quizá por eso, tras muchos planes de victoria y fórmulas diplomáticas, el Gobierno ucraniano ha encontrado su mejor baza en señalar la dependencia mutua entre Pekín y Moscú para mantener el apoyo de Washington. En la guerra no hay mejor amigo que el enemigo de tu enemigo. Y Ucrania lo quiere explotar.

La primera detención de dos soldados chinos en el frente de Ucrania no será la última. Así lo dejó entrever esta semana el presidente ucraniano Volodímir Zelenski, tras anunciar la inusual captura. Un hecho sin precedentes en tres años de invasión, pregonado junto a los datos personales de otros 163 chinos enrolados en las filas del Kremlin. La inteligencia ucraniana cree que son muchos más.

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